sábado, 15 de agosto de 2015

CAPÍTULO 14- Un rincón para escribir

Con este novedoso capítulo quiero ofrecer a todos los benquerencianos un lugar donde puedan escribir cualquier texto o poesía relacionados con nuestro pueblo.
Para empezar voy a poner en él algunas cositas que ya estaban colgadas en la web. Gracias y un abrazo para todos.

MI PERRA GOYA

A finales de los sesenta y estando de maestro en un precioso pueblo de la provincia de Badajoz (El Torviscal) me regalaron una perrita cruzada de pointer y  bretón.Yo era muy joven y, al terminar el curso, me la llevé a mi pueblo (Benquerencia) con toda la ilusión del mundo. 
Durante varios meses fuimos compañeros de largas sesiones de preparación y entrenamiento para la caza. Era muy lista y al final no sé si yo la enseñaba a ella, o ella me enseñaba a mí. 
Al fin llegó el gran día de la primera salida al cazadero. Éramos una cuadrilla de diez a doce escopetas. Nada más pasar pasar el Manzanar nos abrimos en ala ya que el cazadero comenzaba en la sierra y llegaba hasta la vía del tren. A mí me toco a media falda y a mi hermano Luis un poquito mas arriba. 
Cogí mi plana del 16 y la canana repleta de cartuchos "El galgo verde" y, después de las bromas acostumbradas, empezamos a cazar. Al llegar a los castaños de Canela se picaron los perros y voló el primer bando de perdices pero, como salieron muy largas, no les pudimos disparar. 
Seguimos andando y, al poco rato, la Goya se quedó puesta en unos jarales. Fue una postura de cine, o a mí así me lo pareció. Con gestos le indiqué a mi hermano que , si salían varias, él disparara a las de la derecha y yo a las de izquierda. 
Todo el cuerpo de la Goya temblaba. Comencé a acariciarla y, como no rompía la postura, empecé a pisar las matas que tenía delante de su hocico.
¡"Pichó"...."pichó"...."pichó"....! ¡qué melodía tan bonita interpretaron al volar. Eran dos perdices: una salió para adelante y le dí corrida pensando en la perra, le disparé y le acerté de pleno. La segunda salió hacia atrás y me extrañó mucho no oír los disparos de Luis. Al momento la perra se presentó con la perdiz en la boca y, loco de contento, se la cogí y se la enseñé a los demás cazadores orgulloso de mi perra.¿Por qué no has disparado? , le pregunté a Luis. "Yo también la he tumbado", me contestó, "pero de ala, esta la perdemos" (las dos detonaciones se habían producido al mismo tiempo y yo no había oído la suya). 
Mandé a la perra en la dirección que él me indicó y esperamos unos minutos. No venía y empecé a llamarla, pero nada. Cuando pensaba que había perdido la perra ésta se presentó con un enorme macho en la boca, vivo y con un ala rota. 
Sería muy largo contar lo que sentí en aquellos momentos......... Dos años después (1970) tuvimos que marchar para Cataluña y la Goya no pudo acompañarme. 
Se la dejé a mi tío Juan, un gran y fino cazador, pero, por destinos de la vida, él se tuvo que marchar a vivir a Madrid y tampoco pudo llevarse la perra. Se la dio a un guardia civil de Castuera que era cazador. 
No volví a verla hasta que un verano, estando de vacaciones en Benquerencia, pregunté si alguien sabía algo de ella (habían pasado 12 años). Me dijeron que había sido una perra de bandera y que , aunque ya no andaba  ni veía, la tenían en el Cuartel de la Guardia Civil de Castuera. 
Al día siguiente fui a verla. Me abrieron las puertas de una vieja caballeriza  donde la tenían y, allí estaba ella. "Goya", "bonita", -le dije. Ante mi asombro la perra se levanto y, moviendo su rabo, se vino hacia mí. La abracé durante un buen rato. La llevé a su rincón y me marché llorando. Luego me enteré de que el día que la visité  hacía una semana que no se levantaba y que murió al día siguiente. Estas líneas van dedicadas a Ella. 
 Manuel Tena Caballero                                     Tarrasa 2.001    


NOTA PARA LA NOSTALGIA.- " EL PINO DE PORRILLA" 

A la sombra de la POLACA, junto a la chorranguera de los "bilanos", y cuando el sol cruza la vertical de la montaña,yergue majestuoso el Pino de porrilla. 

Está situado entre los caminos del coto y del pozo cano, en un desnivel del terreno, propicio para para las travesuras de los adolescentes de todas y cada una de las generaciones. 

A la juventud de los 50, nos divertia acercarnos al pino, para conseguir la caida de las piñas, lanzando piedras a "zangarilla" o a "brazo partio", presumiendo de buena punteria el que más piñas cayese al suelo. 

Actualmente, cuando paseamos por su entorno, la mirada se desvia con nostalgia para, al mismo tiempo que se contempla, recordar los años de la niñez, reviviendo esos momentos inolvidables, muy lejos en el tiempo, pero muy cerca en el corazón. 

Ojalá que este árbol, símbolo de una generación, 
siga manteniendo su destacada figura durante mucho tiempo.

V.Matías

¿DÓNDE ESTÁS AGUSTÍN?

Entre los jóvenes aficionados a la caza allá por los años 50/60 era típico salir por las noches a cazar gorriones, en Benquerencia gurriatos, con una linterna y una escopetilla de perdigones.

Se solía hacer en grupitos de dos o tres personas, mientras uno enfocaba con la linterna, el otro disparaba y, si había un tercero,  llevaba los pájaros.

Los sitios que preferían estos animalillos para su quedada eran las higueras y los olivos que crecían por los alrededores  del pueblo.

Una de esas noches de verano me acompañó mi amigo Agustín (posteriormente Juan Antonio Morillo) que, aunque no era
aficionado a la caza, se apuntaba a todo.

Salimos por mi corral carretera adelante, hacia la Zanja, y al llegar a la casa de la Hortensia nos dirigimos a unos olivos que había detrás de ella.

Llegamos al primer olivo que estaba en el lateral de la casa y Agustín localizó con la linterna a un gorrión y le disparé. Movió la linterna por el olivo buscando otro animalillo mientras yo cargaba la escopeta. En ese momento el haz luminoso de la linterna desapareció del olivo y oí detrás de mí un fuerte golpe.

Me volví y Agustín había desaparecido.

Como en la zona  desnivel era muy grande tuvieron que hacer un rebaje enorme para poder construir la casa y el corral. Miré para abajo y me di un susto de muerte. Allí estaba Agustín, tumbado en el suelo del corral de la Hortensia, sin gafas al lado de un gran pedrusco y la linterna encendida enfocándole  la cara. 

Asustado y temiéndome lo peor  di un rodeo para poder bajar y cuando llegué a él respiré aliviado al ver que, aunque un poco aturdido, estaba sentado en el suelo y sin ninguna herida aparente. Había caído desde una altura de más de tres metros.

No sé que santo le protegió pero no le sucedió nada.

Manuel Tena


VIVENCIAS DE JUAN ANTONIO MORILLO

1.-CHORIZO DE GRULLAS:

     Esta vivencia va en recuerdo de la degustación de un chorizo de grullas que realizamos los amigos un día de verano.

     Manolo (de la Luisa para mi) se compró una escopeta de unos cartuchos muy pequeños y nos animó a ir un día a cazar grullas. Nos fuimos un grupo a las cuatro de la mañana porque decían que la mejor hora de cazarlas era sobre las seis  que era cuando levantaban vuelo para irse. El sitio era un olivar que pertenecía a un Catedrático de Derecho de la Universidad de Sevilla y tenía como guarda a mi tío Manuel (padre de mi prima Vicenta). Hicimos guarda silenciosa y sobre las seis logramos matar un par de grullas.

     Cuando llegamos al pueblo con los trofeos nos sugirió la madre de Manolo (encanto de mujer) que ella se prestaba para hacer unos chorizos y los hizo.

     Pasados unos meses organizamos el tomar unos vinos para probar el chorizo de grullas y por cierto fue una velada agradable aunque el chorizo estaba bastante duro porque la carne de grullas era muy dura.

     ¿Lo recuerdas Manolo?


2.-SUSTOS Y MIEDOS EN LA CARRETERA DE CASTUERA:

     Ya he contado alguna vez en mis escritos esta vivencia pero la repito de nuevo.

     Pepe Luis y yo  (Agustín) al terminar el colegio de Castuera nos íbamos andando hasta el pueblo  y serían sobre las siete o las ocho de la tarde noche cuando íbamos ya por la curva de carretera que está pasada la media legua cuando empezamos a oír unos quejidos en la cuneta.

     -¡Ay, ay, ay, ay!

     -¡Ay, ay, …..etc.!

     Le digo a Pepe Luis que parecía que eran quejidos de una persona que se estaba muriendo y que nos debíamos de acercar para socorrerle.

     Empecé a acercarme pues era el mayor de los dos y cuando voy por la mitad de la carretera Pepe Luis empezó a correr (como el gran atleta que era) y me dejó solo lo que hizo que me entrara un miedo tremendo y empecé a correr detrás de Pepe Luis que cada vez me cogía más distancia y fuimos corriendo hasta que vimos las luces del pueblo.

     ¿Lo recuerdas Pepe Luis?


3.-SUSTOS Y MIEDOS EN LA CARRETERA DE CASTUERA:

     Otra anécdota vivida también con Pepe Luis nos ocurrió en el mismo sitio que la anterior pero un año después y sobre las 9 de la noche.

     La misma circunstancia pero yo venía en bicicleta y traía a Pepe Luis en la barra sentado y en la dichosa curva ante una noche muy
oscura sentimos que de la cuneta un animal gruñendo parecido a un cerdo que se lanzó contra nosotros y empecé a pedalear deprisa por el impulso de huida que me daba el miedo.

     Un respiro fue de nuevo el ver las luces del pueblo.

     Me imagino que sería un cerdo y no un jabalí porque por ese tiempo no se había escuchado que hubiera jabalíes por aquellas tierras.

     ¿Lo recuerdas Pepe Luis?

     ¡Qué tiempos tan hermosos hoy desde la distancia!


4.-UNA TARDE EN EL MURIANO:

     Recuerdas Manolo la tarde que nos fuimos a tomar unas copas en una cantina (Manolo, Jesús y yo) cuando al llegar a la cantina vino un recluta por detrás y se llevó mi gorra y empezó a correr de una manera exagerada. Nosotros empezamos a darle voces pero él corría y corría y cuando ya había una gran distancia se paró y al mirar la gorra se dio cuenta que tenía el galón de sargento y entonces la tiró al suelo y de nuevo empezó a correr.

¡Qué tiempos!  

EL CARRO DEL PIYAYO

Esta historia sucedió allá por el año 59-60 en la noche de Fin de Año. En aquella época se celebraba en la IglesiaLa Hora Santa”. Cuando acabó, pasadas las 12, nos fuimos al casino de Molinilla a hacer tiempo antes de irnos a la cama y a alguien se le ocurrió la idea de ir felicitar a los manueles. Pusimos un duro cada uno de los que estábamos allí: Rafael Calderón, Juanillo, Antoliano, Rafa de la Amparo, Jesús de Molinilla, Quico de la Pepona, Justo y algunos más de los que no me acuerdo. Cuando llegábamos donde vivía alguno y le cantábamos la canción:

“Danos un chorizo
danos un jamón
danos una peseta
señor Manolón

 y esperábamos que nos diera algo. Por cierto que llegamos a la casa del padre de la Vicenta y como no nos abrió nos llevamos la bombilla. Conseguimos algunas pesetillas con las que compramos una arroba de vino y una botella de anís. El del bar no nos quiso poner el vino en una  garrafa, por si se rompía, y tuvimos que echarlo en un cántaro.

Al pasar por la puerta del Piyayo  vimos el carro que éste tenía 

para traer el pan de Castuera. Creo que fue Rafael el que 

dijo:-”Venga, vamos a dar una vuelta con el carro”.Unos 

encima y otros empujando llegamos hasta 

el molino de Norberto donde nos 

tomamos un vino con los molineros. 

Luego entramos por la Roda, subimos por 

el Altillo y bajamos 

hasta la calle Corredera. Cuando iniciábamos la bajada por la 

Calleja  se asomó a la ventana de Antoliano  Víctor, el alcalde, 

gritando: “Quieto todo el mundo”

 Algunos se quedaron quietos y la mayoría pusimos pies en polvorosa.

 Llamó a los municipales y les ordenó que fueran a buscar a los que habían corrido.

 Al soltar el carro  se estrelló contra la pared de Antonio José y al ruido salió el Piyayo en calzoncillos y la emprendió a bofetadas con los estaban allí . Yo llegué a mi casa y me metí en la cama. A los 20 minutos llamaron a la puerta. Antonio Maria, el municipal.- “Que dice el alcalde que para el Ayuntamiento”.
Allí fuimos llegando todos pero faltaban unos pocos…Rafael, Juan….y preguntamos porqué ellos no venían. –“Están arriba, como no corrieron”, nos contestaron.

 Nosotros los que corrimos en la puerta pasando frío y ellos calentitos en el brasero. Lentamente se consumió la noche y llegó el día de Año Nuevo.

 Pasamos la mañana como pudimos y al llegar la tarde Rafael Calderón se escapó y se fue a pasear con su novia ante la envidia de todos. Mira por donde se encontró el alcalde que le dijo: “¡Tu que haces aquí, venga al Ayuntamiento con los otros!”. Regresó con nosotros, pero cuando le pareció bien.

 D. Vicente, el cura, proyectaba una película en el casino de Molinilla con la que recaudaba fondos para la Iglesia y algunos de nuestros padres hablaron con D.Manuel “El Correíllo”, padre del alcalde, para que intercediera ante su hijo y nos dejase en libertad. Por fin Víctor cedió y nos soltó sobre las nueve de la noche con la condición de que en asistiéramos a la película.

 Al día siguiente nos llegó a cada uno una multa de 25 pesetas destinadas a costear el arreglo de los desperfectos del carro (no tenía ninguno) y lo que sobrara iría destinado a los fondos de la Iglesia.

 Benquerencia 2.006

Víctor Matías Sánchez



LA PEÑA EL GAZPACHO

A finales de la década de los 50 un grupo bastante numeroso de mozalbetes que rondábamos los15/18 años teníamos la costumbre de, cuando llegaba el buen tiempo, bajar al arroyo “Mejaral” bien pertrechados de comida, bebida y con las “herramientas” necesarias para lograr una buena cantidad de ranas, lagartos y peces que luego estarían deliciosos en el Bar de la Micaela.

Todo el cargamento lo poníamos en las aguaderas de la burra de Jesús de Molinilla. Con dicha burra teníamos un problema muy grande: cuando llegábamos a la vía del tren, a la altura del “Lejío”, no había manera de que la cruzara y entre todos había que empujarla hasta que, con no pocos esfuerzos, conseguíamos que lo hiciera.

A veces salíamos a las  de noche y recuerdo en una de ellas a Jesús sentado en medio de la vereda después de haberse caído de la burra. Se dormía encima de ella y aterrizaba en el suelo. Aquella madrugada  se cayó tres veces.

Una vez que llegábamos “al charco” unos nos dedicábamos a cazar ranas, otros a hacer el gazpacho ( de ahí el nombre de la Peña) y otros a contar chistes y anécdotas con las que pasábamos unas horas entrañables.

Por la mañana echábamos cal en los charcos o, con un fardo de la aceitunas, cogíamos algún que otro cubo de pequeños peces que, una vez limpios, le entregábamos a la Micaela para que nos los preparase.

Otras veces salíamos por la tarde y hacíamos noche en el mismo arroyo. Regresábamos al día siguiente con los cubos bien repletos de peces, lagartos y ranas.
 ¡¡Qué tiempos aquellos!!

Haces eso ahora y te meten en la cárcel. 

La Peña estaba formada por Jesús de Molinilla, Víctor Matías, Agustín(luego pasó a llamarse Juan Antonio), Pepe Luis, Joselín, Jaime de Rorro, yo(Manuel Tena) y algunos más que no recuerdo.

Teníamos hasta nuestra “poesía”

La Peña “El Gazpacho”


Feliz día el de hoy
para la Peña “el Gazpacho”
todos juntos y en unión
hemos venido a este charco.

Venimos bien equipados,
no queremos fracasar
y cuando se empiece a ver
comenzaremos a pescar.

Si hace algo de frío
nosotros ni lo sentimos
porque para eso traemos
una arrobita de vino.

También traemos carburos
para alguna rana coger
porque luego están muy ricas
cuando están sobre el mantel.

¡Viva nuestro gran Patrón
San José de Calasanz!
Que nos de mucha suerte
y logremos disfrutar.

    
¡¡AHÍ SE QUEDAN SEÑORES!!

Cuando antiguamente se llevaba al silo de Castuera la cosecha de cereales, 
Antonio Valdivia Sánchez, Antonio de Tetuan, iba con sus mulos cargados con 
tres costales de cebada cada uno por las calles de Castuera.Eran unos mulos
 enormes y uno de ellos se resbaló y dió con sus huesos en el suelo 
quedándose con las patas abiertas sin poder moverse. La plaza estaba llena 
de gente de Castuera que empezaron a murmurar en tono muy jocoso:

" Ahora veremos como este chico se las arregla". Ninguno se movia para socorrerle pero Antonio, sin achicarse lo más mínimo, sacó su navaja y en un santiamén cortó las sogas quitándole al animal los tres costales de encima. Acto seguido el mulo le levantó, mientras los jocosos seguían muy morbosos.

Antonio de Tetuan cargó los tres costales  dió un blinco y se subió encima 
del mulo y les dijo: "Ahí se quedan "señores". Y estos bajaron las orejas.
(Anónimo)

YO FUI MIGUEL DE CERVANTES

 Se consumían los años 50 y, como era típico por aquellas fechas, la cuadrilla de  los más jóvenes salimos a cazar un soleado día de primavera.

Pasamos por el “Lejío” donde se mataron algunas liebres. Seguimos hacia la Mina de la Gamonita y en el huerto del Colmenero hicimos una parada para abrir las talegas y reponer las fuerzas que con la larga caminata se habían gastado.

Seguimos dirección a Matasanos y, como hacíamos siempre, al llegar a la “Jilera”, que era coto y no podíamos cazar, nos metimos en ella y a los primeros disparos apareció el guarda “Caballito” que era una persona muy nerviosa  en una yegua colorada que corría como el viento.

Tuve la mala suerte de que se dirigiera hacía mí gritándome:

-¡ Documentación!, ¡Documentación!, ¡se te va a caer el pelo!.

-¡A ver nombre…..!- ¿Qué cómo te llamas? ¡puñetas!

-Miguel de Cervantes Saavedra, le contesté.-

Sacó una libretilla y un lápiz y empezó a apuntar.

-Natural de…..

-Alcalá de Henares, pero estoy pasando unos días en Benquerencia.

En esos momentos momentos llegó Pepe Luís gritando: 
-¿Qué coño pasa aquí?. Me cago en…….-

Entonces fui yo el que grité:

¡Por favor José Antonio, no te busques una ruina, no lo mates. Acabas de salir de la cárcel y vas a volver a ella!

Caballito se puso blanco y volviendo grupas con su yegua se alejó de nosotros. Pepe Luís recogió la perdiz que habíamos matado y seguimos camino de Benquerencia.

Ahora puede resultar gracioso pero la verdad es que pasamos un mal rato y desde ese día no volvimos a pisar la “Jilera”.
                                                                                
Manuel Tena Caballero

EL CIGÜEÑO


Todo comienza cuando Arturo “El Riberón”, uno de los últimos habitantes perennes “del Altillo”,a primera hora de la mañana avista al protagonista de la historia(una cría de cigüeña) sobre el tejado de la Iglesia totalmente inmóvil y como agazapada víctima del miedo; ha caído desde el nido ubicado en la torre. Sobre las nueve y media de la mañana cuando al cruzarme con Arturo este 
me cuenta lo sucedido por lo que subí a las últimas casas de la calle Altillo desde donde se divisa el tejado de nuestra Iglesia, comprobando que aún esta ahí de la misma forma descrita por el mencionado; la suerte se alía conmigo al localizar en el bar “San José” a Jesús Fernández, constructor que anda realizando obras en la Iglesia por lo que tiene una llave de esta, al contarle lo ocurrido, decididos nos fuimos a rescatar al polluelo accediendo por el campanario; es Jesús por su experiencia en romper menos tejas quien se desplaza a través  del tejado cogiendo el ave mientras yo doy apoyo logístico en la cúpula del Altar para ayudar a subirlo al campanario.
Después de unos minutos sobre la Iglesia debatiendo formas para devolver al cigüeño a su nido, es descartada la opción por ver la empresa un tanto arriesgada para nuestro protagonista y sus dos hermanas, temiendo que se espanten al vernos tan cerca, es por lo que decidimos bajarlo a la calle y llamar al Centro de Recuperación  de Fauna Silvestre y Educación Ambiental “los Hornos” de Sierra de Fuentes para que determinen lo que hay que hacer con él. Ya en tierra firme el polluelo algo débil, una vez de pie se muestra muy
tranquilo y dócil, se deja tocar como si fuera normal para él, al cabo de unos minutos campa a sus anchas por las terrazas municipales rodeado de vecinos curiosos y fotografiándose como  si de una estrella se tratara. Al cabo de varias horas se presenta un chico joven empleado del Centro de recuperación para llevarse a nuestro protagonista y poder ayudarle a recuperarse. Las últimas noticias hablan de que está iniciando sus primeros vuelos cosa que nos llena de alegría y satisfacción.

Autor del texto: Luis M. Tena Triviño, "El NENE"

ACEITUNEROS BENQUERENCIANOS

Ya van los aceituneros
Camino del olivar,
con los pies llenos de escarcha
para ganarse el jornal.
La pelliza a las orejas
y colgado va el morral
junto a la bota de vino,
su tristeza y su pesar.
En la tartera tortilla,
chorizo y un poco de pan
con las manos encalladas
del frío y la humedad.
Antes de salir el sol,
comienzan a varear
en la lumbre se calientan
y se paran a almorzar.
Sacos llenos de aceitunas,
hacia el molino van,
cuando la luna se asoma
por las tapias del corral.
Llegan exhaustos de frío,
contentos van al hogar,
donde espera su familia
dispuesta para cenar.
Llega el día del remate
y les pagan el jornal,
y en la taberna del pueblo,
se ponen a festejar.

Autora: Sagrario Tena Valdivia

SAN JOSÉ

De todas partes venimos
a rezar con devoción
el día de tu onomástica
querido y santo Patrón.
Todos vamos apresurados
para llegar al altar
a ofrecer nuestras plegarias
venimos un año más.
Eres nuestro Patriarca
querido y santo José
y por eso te pedimos
con devoción y con fé.
Siempre cuidas de tus hijos
por dondequiera que van,
les das salud y alegría
paz, amor y felicidad.
Desde la ermita hasta tu pueblo
te sacan en procesión.
Con amor y con orgullo
con cantos y devoción.
Andando por los caminos
todos te quieren llevar.
Las flores y pajarillos
se te postran al pasar.
Y cuando llegue la hora
que tengamos que marchar
haznos sitio en la Gloria
muy cerca de donde estás. 

Sagrario Tena Valdivia
(Getafe, diciembre 2016)

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