jueves, 13 de agosto de 2015

CAPÍTULO 16: Los dos patitos, el gancho el trapero, el animal...


Benquerencia años 60

Joselito vivía en la calle Corredera. Había cumplido dieciocho años. Era muy aficionado a "la Lotería" . Bueno así se llamaba en aquella época lo que hoy es el Bingo".

Comprobó que llevaba unas pesetillas que había sacado ayudando en la era a su vecino Antonio de Cabanillas y se dirigió ilusionado
al casino de Molinilla. Subió las empinadas gradas que conducían al salón al tiempo que oía la inconfundible voz del "Portugués" cantando los números. 

El casino estaba completamente lleno.

En cada mesa había cuatro o cinco jugadores con sus correspondientes cartones. Cada uno jugaba los que quería.
 Joselito esperó a que finalizara el cartón y cogió dos para la siguiente partida.

El cartón más famoso era el de "los pelaos" que siempre era buscado por los jugadores nada más empezar el juego.

Muchos  múmeros tenían su propio nombre:

La niña bonita, el rachao, la edad de Cristo, el gancho del trapero, los dos civiles, los dos patitos, panza parriba panza pabajo, San José, el animal.....

A Joselito se le aceleró el corazón porque de las cinco primeras bolas cantadas tenía tres en la misma línea. Un par de minutos después el Portugués cantó "el animal"(90) ya estaba en cuarta, sólo le faltaba el 44.

Cada vez que el Portugués cantaba una bola que empezaba por cua...., Joselito levantaba su mano para dar un golpe en la mesa
como señal de que había completado la línea. Luego la bajaba con desilusión al comprobar que no era su número.

Al final la línea fue para Braulio que estaba sentado justo a las espaldas de Joselito. Así que continuaron para completar el cartón.
Joselito marcaba los números que iban saliendo poniéndoles encima un trocito de palillo. Había otros como El Chato de Roque, el hermano del Portugués y Gervasio que jugaban cinco o seis cartones y ponían una peseta rubia o una perrilla chica en el borde izquierdo de cada línea e iban saltando de hueco en hueco a cada número acertado.

La tensión iba subiendo de tono porque en varias mesas estaban a una bola del final. Salieron "los dos civiles" y Molinilla, que jugaba un cartón desde la barra se llevó el premio.

Además de en las mesas algunos jugadores estaban de pie y jugaban sus cartones en la barra del casino. Joselito se había preguntado más de una vez si lo hacían porque no querían estar sentados o para tener a mano los vasos de vinillo acompañados con los aperitivos que el casinero les iba sirviendo.

Entre cartón y cartón había una algarabía enorme en el salón pero en cuanto se cantaba por segunda vez el primer número el silencio era absoluto.

Se jugaba más que nada por distracción ya que con el importe de los premios pocos problemas se podrían solucionar. 

Joselito volvió a jugar los mismos cartones. Esta vez las bolas no eran la propicias y cantaron la línea cuando él sólo habia colocado tres o cuatro palillos. Esta vez fue José de Zagalillo el que se llevó las pesetillas.

El Portugués continuó cantando números durante un buen rato. Nada más quedaban en el bombo seis o siete bolas y varios jugadores estaban a una de ganar. En esos momentos el Portugués le daba emoción a la cosa apausando la voz al cantar el número. El cin..... cuen..... ta......y.......tres.
El cua....ren...ta y......cinco.

Cuando cantó San José tres jugadores dieron alborazados un golpe en la mesa como señal de que habían completado el cartón. Uno de ellos era Joselito. El Portugués comprobó en un santiamén que los números de los cartones eran correctos (era impresionante la
velocidad con que este hombre comprobaba  los números que habían salido )y el premio tuvo que repartirse entre los tres.

A Joselito le hubiese gustado ser el único ganador pero, bueno, menos da una piedra, pensó.

En el pueblo había varios jugadores muy populares en estas
sesiones de "lotería":

José Nogales(el Chato de Roque) que jugaba siempre cinco o seis cartones. Era increíble con la velocidad que localizaba sus números y eso que al ser muchos cartones había bastantes repetidos. Gervasio, Miguel de Romano, Braulio...

En una segunda época "La Lotería" pasó a jugarse  en los altos del Bar Centro, regentado por Antonio de Severino y la Antonia de Plano, con más o menos los mismos protagonistas.

Un verano estando el salón a tope se presentó la Guardia Civil de Castuera ya que un vecino había presentado una denuncia. Se armó un gran alboroto y muchos de los jugadores recogieron el dinerillo que tenían encima de las mesas y trataron de salir del recinto. Los guardias no se lo permitieron y hubo unos momentos de gran tensión entre los jugadores y la benemérita. 

Por suerte estaba allí el Acalde del pueblo(Paquillo de Helechal) que intervino diciendo que él se hacía responsable de lo que allí estaba pasando y solucionaría el conflicto con el denunciante.

Los guardias aceptaron no intervenir con la condición que en ese momento acabase el juego y se marchara cada uno a su casa.
Joselito se quedó unos momentos pensativo: 

-¡¡Hay que ver el poder que tienen los alcaldes!!-le dijo a su amigo Manolo.

Al día siguiente continuaron las sesiones de lotería como si nada hubiera pasado.

Hoy Joselito ronda los setenta y  cada verano cuando va de vacaciones al pueblo asiste a algunas veladas agradables y distraídas que se organizan en el pueblo sin interés lucrativo alguno que le hacen recordar  las vivencias  de otras épocas.







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